a relación entre Educación Física y salud no es una relación que se ha producido naturalmente, sino que diversos acontecimientos han influido en esta relación instrumental que desde la Modernidad (siglo XVII) se ha identificado como una de las principales funciones atribuidas a la Educación Física la del cuidado y preservación de la salud o la de la promoción de un “estilo de vida saludable”.
Con la aparición de la Modernidad, la teología es desplazada por la ciencia, es decir, el conocimiento de Dios (hasta entonces entendido como el conocimiento más elevado) fue sustituido por el uso de la razón, combinado la racionalidad científica con el progreso permanente en las técnicas instrumentales. Paulatinamente, las Ciencias Médicas, fundamentalmente la anatomía y la fisiología, colonizan los saberes sobre la salud y el cuerpo (obviamente aspectos tangibles de este, lo observable, lo objetivo, lo que puede demostrarse). En consecuencia, esto da como origen en la disciplina un paradigma que algunos autores llaman “higienicista”.
Si hacemos una bajada al campo la Educación Física, podemos expresar que desde sus inicios los dos objetivos primordiales de la educación en general y la Educación Física en particular se fundamentaban en la formación física y moral de los ciudadanos y, a partir de ello, ciudadanos “saludables”. Por lo tanto, se apunta al nacionalismo y la medicalización de las prácticas. En este entramado, se inserta la medicina, como la disciplina en la que se fundamenta inicialmente la Educación Física, y donde la ocupación del cuerpo a través de actividades físicas es concebida como una estrategia preventiva contra la enfermedad, la ociosidad y la improductividad. No obstante, vale remarcar un aspecto subyacente enunciado por Rozengardt (2001):
“La medicina se ha constituido históricamente como un aparato de normalización del comportamiento más allá de la racionalidad explicativa o técnicas de los saberes del cuerpo, por su extraordinario alcance e influencia, se ha ido configurando como uno de los más importantes instrumentos de administración y control políticos (…) con capacidad cada vez mayor de regulación de la conducta individual…” 1
Por su parte, estos objetivos necesitan operativizarse en formas social y culturalmente legitimadas, por lo que en primer, lugar se proyectan en la gimnasia, relacionada con formas militaristas de enseñanza, y posteriormente en el deporte, que desde principios del siglo XX se insertan en la disciplina como una forma (y quizás la más influyente en nuestros días) de entender la actividad física. En consecuencia, no es casualidad que hoy se diga al docente en Educación Física “Profe de Gimnasia”, el “entrenador”, el “preparador físico”, el “especialista en actividad física”. Por lo tanto, la ocupación pedagógica es apuntar a un modelo nacionalista, organizado socialmente, homogéneo, normalizado y saludable.

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